EL DILEMA DE EINSTEIN
Hoy el ser humano parece mirar el universo con la secreta esperanza de ser albergado por el infinito. El mar, el aire, los planetas, las galaxias aparecen en el horizonte como probables destinos migratorios de la especie, ante la probabilidad que la tierra no la albergue más. Voces enteradas nos advierten que ahora nos enfrentamos a una amenaza más grave aún que la del calentamiento global. Algo que pone en riesgo la existencia misma del planeta, esa casa común de todos los pueblos y culturas, sin la cual es inútil hablar de desarrollo, economía, ecología o diversidad. Se trata nada menos que de la reactivación de la carrera armamentista, incluyendo el uso del arsenal nuclear. Noam Chomsky, en los primeros capítulos de su libro Estados Fallidos, nos recuerda que hace más de cincuenta años Bertrand Russell y Albert Einstein nos ponían ante la ineludible y definitiva alternativa de renunciar a la guerra o ponerle fin a la raza humana. La encrucijada no solo no se ha resuelto, sino se ha agravado. Estamos demasiado cerca del abismo como para no reaccionar.
EL CINCUENTA POR CIENTO DE PROBABILIDAD
El mismo autor, en la misma obra, nos ofrece pruebas y argumentos que conviene escuchar para no apartar la mirada de la pregunta fundamental: ¿Queremos vivir y en qué condiciones?.
Aquí el resumen de su reflexión sobre la probabilidad del desastre: (1) Estados Unidos se arroga el derecho de librar la guerra a su voluntad, bajo una doctrina de “legítima defensa preventiva; (2) los gastos militares son un extraordinario negocio; (3) las armas nucleares se han convertido en un instrumento atractivo para ganar guerras y apoderarse de recursos en forma rápida y eficiente; (4) la voluntad de Washington para legitimar la bomba nuclear como arma aplicable en cualquier conflicto armado es manifiesta; (5) el antecedente de la crisis de los misiles en los que el mundo estuvo a un pelo del desastre nuclear fue un anuncio concreto de que el holocausto es posible; (6) la probabilidad estimada por los especialistas de un ataque nuclear terrorista contra blancos estadounidenses es de 50%; (7) la postura agresiva del imperio, combinada con sus programas militares, conllevan un riesgo apreciable de fatalidad definitiva; (8) en el contexto de una competencia mundial por la intimidación, el ciclo de acción-reacción entre los “Estados Enemigos” crea un peligro creciente y de potencial incontrolable; (9) la militarización del espacio: Instalación del Escudo Estelar - a la manera de la base espacial de la saga La guerra de las Galaxias - le permitirá a USA aplastar a cualquier grupo en cualquier parte del mundo, aproximadamente en unos treinta minutos; (10) Rusia ya respondió con un drástico incremento de su gasto militar; (11) China, en una política contraofensiva, ya está desarrollando misiles más potentes con cabezas nucleares capaces de alcanzar Estados Unidos; (12) el sistema de alerta no es totalmente seguro y un misil se dispara en cuestión de minutos, haciendo improbable la comprobación y corrección de la señal; (13) centenares de armas nucleares rusas se trasladan por las alejadas zonas rurales de ese país y pueden sufrir el asalto de grupos terroristas para apropiarse de ellas; (14) piratas informáticos terroristas pueden infiltrase en las redes de comunicación militares y trasmitir órdenes falsas de lanzamiento que pueden ser tomadas como estímulos verdaderos.
HACIA EL DESARME
Podríamos decir que la humanidad ahora esta urgida de una cultura común, sistema mínimo de vigencias que le permita la convivencia pacífica y cooperativa a lo largo y ancho de toda la tierra. La propuesta de un nuevo contrato social entre las naciones que asegure un nuevo orden mundial más equilibrado y justo es urgente.
Es recomendable iniciar una seria discusión sobre el reemplazo del sistema capitalista por uno que deje sin piso a los mercaderes de la guerra y verdaderamente impulse el desarrollo humano de todas las naciones, comunidades, etnias y culturas que enriquecen nuestro continente y el planeta.
Es necesario que las organizaciones representativas de la diversidad latinoamericana se manifiesten en contra de la amenaza universal y fatal de la guerra nuclear. ¿Por qué no hacer un llamado a la Unión Sudamericana de Naciones, a la Organización de Estados Americanos y a las correspondientes de México, Centroamérica y el Caribe para que se pronuncien sobre el riesgo nuclear y para que, igualmente, avancen concreta y decididamente en el proceso de desarme de la región?.
Hoy el ser humano parece mirar el universo con la secreta esperanza de ser albergado por el infinito. El mar, el aire, los planetas, las galaxias aparecen en el horizonte como probables destinos migratorios de la especie, ante la probabilidad que la tierra no la albergue más. Voces enteradas nos advierten que ahora nos enfrentamos a una amenaza más grave aún que la del calentamiento global. Algo que pone en riesgo la existencia misma del planeta, esa casa común de todos los pueblos y culturas, sin la cual es inútil hablar de desarrollo, economía, ecología o diversidad. Se trata nada menos que de la reactivación de la carrera armamentista, incluyendo el uso del arsenal nuclear. Noam Chomsky, en los primeros capítulos de su libro Estados Fallidos, nos recuerda que hace más de cincuenta años Bertrand Russell y Albert Einstein nos ponían ante la ineludible y definitiva alternativa de renunciar a la guerra o ponerle fin a la raza humana. La encrucijada no solo no se ha resuelto, sino se ha agravado. Estamos demasiado cerca del abismo como para no reaccionar.
EL CINCUENTA POR CIENTO DE PROBABILIDAD
El mismo autor, en la misma obra, nos ofrece pruebas y argumentos que conviene escuchar para no apartar la mirada de la pregunta fundamental: ¿Queremos vivir y en qué condiciones?.
Aquí el resumen de su reflexión sobre la probabilidad del desastre: (1) Estados Unidos se arroga el derecho de librar la guerra a su voluntad, bajo una doctrina de “legítima defensa preventiva; (2) los gastos militares son un extraordinario negocio; (3) las armas nucleares se han convertido en un instrumento atractivo para ganar guerras y apoderarse de recursos en forma rápida y eficiente; (4) la voluntad de Washington para legitimar la bomba nuclear como arma aplicable en cualquier conflicto armado es manifiesta; (5) el antecedente de la crisis de los misiles en los que el mundo estuvo a un pelo del desastre nuclear fue un anuncio concreto de que el holocausto es posible; (6) la probabilidad estimada por los especialistas de un ataque nuclear terrorista contra blancos estadounidenses es de 50%; (7) la postura agresiva del imperio, combinada con sus programas militares, conllevan un riesgo apreciable de fatalidad definitiva; (8) en el contexto de una competencia mundial por la intimidación, el ciclo de acción-reacción entre los “Estados Enemigos” crea un peligro creciente y de potencial incontrolable; (9) la militarización del espacio: Instalación del Escudo Estelar - a la manera de la base espacial de la saga La guerra de las Galaxias - le permitirá a USA aplastar a cualquier grupo en cualquier parte del mundo, aproximadamente en unos treinta minutos; (10) Rusia ya respondió con un drástico incremento de su gasto militar; (11) China, en una política contraofensiva, ya está desarrollando misiles más potentes con cabezas nucleares capaces de alcanzar Estados Unidos; (12) el sistema de alerta no es totalmente seguro y un misil se dispara en cuestión de minutos, haciendo improbable la comprobación y corrección de la señal; (13) centenares de armas nucleares rusas se trasladan por las alejadas zonas rurales de ese país y pueden sufrir el asalto de grupos terroristas para apropiarse de ellas; (14) piratas informáticos terroristas pueden infiltrase en las redes de comunicación militares y trasmitir órdenes falsas de lanzamiento que pueden ser tomadas como estímulos verdaderos.
HACIA EL DESARME
Podríamos decir que la humanidad ahora esta urgida de una cultura común, sistema mínimo de vigencias que le permita la convivencia pacífica y cooperativa a lo largo y ancho de toda la tierra. La propuesta de un nuevo contrato social entre las naciones que asegure un nuevo orden mundial más equilibrado y justo es urgente.
Es recomendable iniciar una seria discusión sobre el reemplazo del sistema capitalista por uno que deje sin piso a los mercaderes de la guerra y verdaderamente impulse el desarrollo humano de todas las naciones, comunidades, etnias y culturas que enriquecen nuestro continente y el planeta.
Es necesario que las organizaciones representativas de la diversidad latinoamericana se manifiesten en contra de la amenaza universal y fatal de la guerra nuclear. ¿Por qué no hacer un llamado a la Unión Sudamericana de Naciones, a la Organización de Estados Americanos y a las correspondientes de México, Centroamérica y el Caribe para que se pronuncien sobre el riesgo nuclear y para que, igualmente, avancen concreta y decididamente en el proceso de desarme de la región?.
LA MARCHA MUNDIAL POR LA PAZ Y LA NO VIOLENCIA
La cultura de la no violencia activa, como eje político, económico y educativo reconciliará a los géneros, las clases y los pueblos. A su vez, los tratados de paz y la renuncia al recurso bélico para resolver conflictos fronterizos, evitarán que los gobiernos sigan derrochando el dinero en un armamentismo inmoral e inútil, en lugar de destinarlo a la revolución de la salud, la educación y la cultura. Todo esto y más se ha tratado y propuesto en los foros humanistas regionales de Quito (2006), La Paz (2007) y Buenos Aires (2008). Era necesario reiterarlo en un nuevo contexto mundial en el que parece levantarse una nueva esperanza de humanización con la elección del presidente Obama.
Parece haber llegado la hora de construir un nuevo momento histórico humanista. Tal vez nos encontremos entonces, seguro que asombrados, con el alumbramiento espiritual de una nueva civilización latinoamericana. Por esto y como primer gran paso sería bueno apoyar con todo la propuesta de la Organización Mundo sin Guerras para realizar esa gran Marcha Mundial (www.marchamundial.org) por la Paz que se llevará a cabo entre el 2009 y el 2010.